Text of a communication by José Francisco Castro during the News session at the conference of the Association of European Printing Museums, Safeguarding intangible heritage: passing on printing techniques to future generations, held at the Nationaal Museum van de Speelkaart, Turnhout, Belgium, 23-26 May 2019.

La tarea de la mediación en la imprenta del siglo XVII

José Francisco Castro Rodríguez, Sociedad Cervantine – Imprenta del Quijote, Madrid, España

Buenos días a todos. Antes de nada me gustaría agradecer a la Asociación que me permita estar aquí en Turnhout y participar en este congreso, tan necesario para todas las instituciones y los colegas que nos encontramos hoy aquí. Yo soy José Francisco Castro, y vengo en representación de la Sociedad Cervantina.

La Sociedad Cervantina fue fundada sobre la imprenta original del Quijote. La actual Imprenta del Quijote comienza su actividad 322 años después de que el taller fuera desmantelado. Abrimos nuestras puertas al mundo actual con un firme propósito: resucitar el oficio de las artes gráficas desde su origen más tradicional. Nuestro trabajo se centra en acercar al público joven a las artes de impresión, un proceso inmerso, no ya en un sistema predigital, sino preindustrial, donde el empleo de las técnicas de mediación nos ha permitido preservar un oficio heredado de nuestros antepasados y trasmitirlo a nuestros descendientes.

Todos de los que estamos hoy aquí conocemos el esfuerzo que supone esta tarea. La tarea de mantener viva una forma de trabajar y de vivir que ha desaparecido casi completamente del mundo globalizado del siglo XXI. Algunas de las instituciones a las que representamos tienen la suerte de contar con materiales originales de incalculable valor histórico; antiguos centros de impresión que han podido mantenerse vivos transformándose en museos. La imprenta del Quijote desapareció en el año 1691. La última de las dueñas de la imprenta quedó viuda y el negocio se cerró, desmantelando todo el taller para siempre. Después de aquello, el edificio quedó íntegramente convertido en colegio para niños desamparados; poco a poco se transformaría en hospital para enfermos incurables, que estuvo en funcionamiento hasta 1953, año en que se funda la Sociedad Cervantina; sin embargo, no sería hasta 2013, cuando la actual Imprenta del Quijote abre sus puertas.

Lo que trato de explicar es que, a pesar de llegar a ser un taller centenario en el que se imprimieron grandes obras de la literatura española del Siglo de Oro, entre ellas la más importante, lo más que ha podido llegar hasta nuestros días han sido los restos del edificio, donde hoy en día tiene su sede la Sociedad Cervantina. Hace unos años, con motivo de la celebración del cuatro centenario de la publicación de la Primera Parte del Quijote, en 2004, la Sociedad Cervantina pudo construir una réplica funcional de una prensa de imprimir del siglo XVI, siguiendo principalmente las indicaciones de la Enciclopedia francesa de Diderot & D’alembert, así como grabados en libros originales, y la visita y estudio de las prensar conservadas en el Museo Plantin-Moretus de Amberes. Sin embargo, habría que esperar otros diez años para contar con la infraestructura necesaria para poner en marcha la Imprenta del Quijote como museo visitable.

Está claro que no contamos con los medios, ni económicos ni materiales, para situarnos a la par de los museos ya existentes centrados en la historia de la imprenta. Mismamente en Madrid contamos con la Imprenta Municipal, museo referente en España sobre la industria tipográfica. Así que ¿cuál fue nuestra forma de actuar? Aprovechar nuestra debilidad y convertirla en nuestro punto fuerte. Si habíamos sido la desaparecida imprenta del Quijote… tendríamos que volver a ser la imprenta del Quijote.

En los últimos años, la tarea que nos hemos propuesto a sido clara: convertirnos en un camino entre el presente y el siglo XVI. Ofrecer una experiencia lo más cercana posible al mundo de las artes gráficas en su origen artesanal, y no tanto a la evolución de la imprenta tras la industrialización. Para ello, estamos haciendo lo posible por recrear un taller más cercano a la Edad Moderna que a la Contemporánea. Volver al taller que pudo pisar Miguel de Cervantes allá por el año 1604.

En este sentido, y puesto que encontrar herramientas y materiales originales de más de 400 años queda fuera de nuestras posibilidades, decidimos construir nosotros mismos nuestras propias herramientas de forma totalmente artesanal. Telar para el cosido de cuadernillos, plegadera, cuna para perforar, ingenio para cortar libros, bastidor para la fabricación de papel… herramientas que, si bien no todas corresponden expresamente con el ámbito del taller de impresión, completan la experiencia del visitante a la Imprenta.

Por lo tanto, la Sociedad Cervantina no es una escuela o un taller de formación de profesionales. Su actividad principal es la difusión de la obra de Miguel de Cervantes, por lo que su público es de toda naturaleza. Es cierto que Madrid ha sido un gran centro impresor durante el siglo XX. Al ser una capital europea, la producción cultural siempre ha sido considerable, especialmente en el mundo editorial. Por eso estamos acostumbrados a que nos visiten muchos profesionales del mundo de las artes gráficas en cualquiera de sus disciplinas (escritores, editores, impresores…), pero nuestro público habitual es precisamente todo lo contrario: gente que no está especializada en temas históricos ni en el mundo de la imprenta.

Debido a esto, la mediación es nuestra metodología habitual. La visita a la Imprenta del Quijote es una visita guiada por el mundo editorial de Miguel de Cervantes. Una visita de observar, escuchar y manipular. Algo esencial sobre todo para nuestros visitantes más jóvenes, de los que la mayoría no han visto en su vida una máquina de escribir ni saben lo que es el hollín con el que se hacía la tinta.

Y, en mitad de todo este camino de divulgación de conocimientos, ¿qué hemos descubierto que funciona excepcionalmente bien con el público, y más con los más pequeños? El teatro.

La Sociedad Cervantina cuenta con su propia compañía de teatro, el Teatro de Cámara Cervantes. Y quisimos probar a unir ambos frentes en uno solo, consiguiendo excelentes resultados. Todos nosotros compartimos el amor por la Historia, no estaríamos aquí de no ser así. Y sabemos también que hay pocas cosas tan buenas como una buena historia. Así que, ¿qué mejor forma que transmitir el legado de tiempos pasados que con una de esas buenas historias? Si la Imprenta del Quijote no puede mantener vivo un oficio formando a nuevos profesionales artesanos, al menos sí hará lo posible por mantener vivo su recuerdo dando a conocer un mundo que parecía estar en vías del olvido, pero que algunos de nosotros nos esforzamos por seguir preservando, y así poder transmitirlo a nuestros descendientes.

De modo que, si alguno de vosotros está por Madrid, yo os invito a venir a conocer la Sociedad Cervantina y la Imprenta del Quijote. Es un sitio modesto, pero para nosotros muy especial, y del que estamos muy orgullosos de mostrar al mundo.